Despierto y quiero reunirme contigo. Te hablo, te canto, te escucho. Leo y leo sin parar tu Palabra, cada página es como luz a mis ojos. Son tan inmensas mis ganas de conocerte que necesito pasar al siguiente versículo, al siguiente capítulo, al siguiente libro.
Deseosa estoy de tu presencia. Quiero que tu Espíritu me envuelva, me guíe. Me deleito en tu compañía, con nadie me siento tan a gusto como contigo.
Tus consejos me solucionan la vida, me transmitís una seguridad infinita.
Alegría es lo que me provocas. Amor es lo que me entregas.
¿Como negarme a tí, Padre de mi espíritu?